Modelos de Liderazgo Empresarial
Nelson Mandela, Bill Gates, Maradona, Ferrán Adrià, Greta Thunberg, Walt Disney, Madonna, Platón, Angela Merkel, Julio César, Pablo Escobar, Mahatma Gandhi, la reina Isabel de Inglaterra… Existen muchos modelos de liderazgo, así como muchos tipos de líderes o lideresas.
Según la RAE, un líder es una “persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad”.
Una definición un tanto escueta que, a continuación, voy a ampliar. Porque es cierto que un o una líder conduce a un grupo, pero es un proceso mucho más complejo.
¿Qué es ser líder?
Para empezar, tienes que tener claro que ser líder no es motivo de rango, ni de edad, ni de género. Ser líder es sinónimo de una persona que es capaz de influir, de entusiasmar o de motivar a un grupo de gente, con el fin de cumplir una serie de objetivos.
De esta forma, ser líder va mucho más allá de ser jefe. Aunque seas el dueño de tu empresa, si no eres un verdadero influencer (en el sentido literal de la palabra), no vas a lograr esas metas que además están predispuestas para el bien común.
El liderazgo es complejo… en todos los ámbitos
Y sí, a veces, no es fácil. Ser líder supone una carga extra, un riesgo, una RESPONSABILIDAD. Saber que si fallas, el resto va contigo al pozo… y viceversa.
Por ello, como dice el refrán “cada maestrillo tiene su librillo” y, por tanto, no hay mejores o peores modelos de liderazgo en las organizaciones, sino que cada líder apuesta por el que más le conviene.
Sin embargo, para que todo fluya es importante contar con las siguientes cualidades:
Aptitudes necesarias para ser líder
Como veremos más tarde, hay diferentes tipos de modelos de liderazgo. Pero es necesario que los y las líderes cuenten con las siguientes aptitudes:
- Estrategia: Tener una mirada proactiva y con planificación.
- Comunicación: Cuidar tu oratoria, tu forma de hablar, tus gestos, el tono de tu voz… todo ello, hay que saber trabajarlo.
- Confianza: Saber delegar en otros miembros de tu equipo e “ir a todos a una”. La confianza y el respeto mutuo nunca deben faltar. Un compromiso global.
- Inspiración: Motivar al equipo es siempre un buen ejercicio. Y no, no todo es subir el sueldo… Dar autonomía y esa confianza que mencionaba antes es muy importante.
- Empatía: Ponerse en la piel del otro. Comprender la situación de cada persona y poder adaptarnos entre todos. Por ejemplo, en el mundo laboral, la conciliación entraría aquí. Además, para conocer mejor al resto, llevar a cabo acciones de team building es muy recomendable.
- Resiliencia: El ser humano tiene esa capacidad de adaptabilidad absoluta. ¡Resistimos! Y en cuanto a adaptación ya no solo me refiero a horarios, sino a épocas de crisis como la que hemos vivido en 2020.
- Innovación: La innovación es la fusión de conocimiento y creatividad. Optar por las nuevas tendencias y dejar atrás lo rancio.
- Valor: “Quien no arriesga, no gana” y eso un líder lo sabe a la perfección. Pero sí, es necesario tener agallas y autoestima.
- Resolución de problemas: Resolver problemas en la empresa es una de las partes fundamentales del líder. No todas las personas somos iguales y no todos los problemas se solucionan de la misma forma.
- Creértelo: No caer en el síndrome de la impostora. Tú has llegado hasta allí por algo y ese “algo” es fruto de tu trabajo. Así de sencillo.
Y ahora sí, ¿te preguntas cuáles son los modelos de liderazgo empresarial?
10 + 1 Modelos y estilos de liderazgo empresarial
Estos son los 10 modelos de liderazgo organizacional más extendidos:
1. Modelo de liderazgo autocrático
Para comenzar este top 10 + 1 de tipos de liderazgo en un grupo empresarial, me gustaría señalar el liderazgo autocrático o autoritario. No porque sea el modelo que utilice, sino porque es el más representativo de la vieja escuela.
Un líder autocrático es aquel que concentra todo el poder, toma las decisiones por sí mismo y cuenta con el control absoluto de una entidad. La responsabilidad recae en una misma persona y, por ello, el funcionamiento es unidireccional.
Este modelo favorece la productividad, pero con un grupo de trabajo desvalorizado y, muy posiblemente, con ganas de emigrar a otra empresa.
2. Modelo de liderazgo burocrático
Al igual que en el primer caso, en el modelo de liderazgo burocrático se atisba un ambiente de trabajo, a priori, nada atrayente. Un líder burocrático es rígido, severo, serio. Dicta unas normas y hay que seguirlas a rajatabla.
Tal y como si se tratara del propio ejército. En el liderazgo burocrático hay una jerarquía muy visible y se busca cumplir unos objetivos, de una forma concienzuda y estricta.
3. Modelo de liderazgo ‘laissez faire’
El psicólogo y filósofo alemán Kurt Lewin inventó este concepto allá por el 1939. Como su propio nombre indica, “laissez faire” responde a ese tipo de modelos de liderazgo, en el que el líder “deja hacer” a su equipo.
Libertad y autonomía absoluta para cada uno de los integrantes de tu empresa. Todo lo opuesto que en los casos anteriores: el líder huye de ese control absoluto. Solo interviene, cuando es necesario.
En exceso, es decir un líder que ignore por completo su proyecto, desencadena una baja productividad.
De ahí, que normalmente se realice este modelo si los trabajadores y trabajadoras cuentan con experiencia e iniciativa. Un modelo que también favorece la creatividad y la motivación del equipo.
Yo, por mi parte, he aprendido a delegar y confiar, con lo que ello conlleva. En general, soy muy ‘laissez faire’.
4. Modelo de liderazgo transaccional
Se puede decir que es “la Supernnany” de los modelos de liderazgo empresarial. ¿Por qué digo esto? Porque con el modelo transaccional se trabaja bajo el sistema de castigo y recompensa, que va a ser el motor de motivación para los integrantes de un equipo.
Conseguir una meta y, a continuación, recompensar a los trabajadores lo que, a su vez, acrecienta el nivel de productividad. Sí, la pescadilla que se muerde la cola y que, en ocasiones, es efectiva.
Pero este liderazgo puede presentar problemas en entornos cambiantes, ya que es muy predecible.
5. Modelo de liderazgo transformacional
Una gran parte de los teóricos lo denominan como “el verdadero liderazgo”. Este tipo de líder es inspirador y promete una visión de cambio. Un “I have a dream” en toda regla, que promueve el rendimiento y, por consiguiente, la productividad en la empresa.
En este modelo de liderazgo también se aprecia un apoyo mutuo con los trabajadores. Esa unión de equipo que busca ganar el partido. La confianza, el respeto o la motivación son términos imprescindibles en este aspecto.
6. Modelo de liderazgo de coaching o entrenador
Aquí comienzan los diferentes estilos de liderazgo, según Goleman. Sí, Daniel Goleman, el padre de la inteligencia emocional. Una cualidad imprescindible para todo líder y que va muy de la mano de la empatía.
“El liderazgo no es sinónimo de dominación, sino el arte de convencer a la gente de que colabore para alcanzar un objetivo común”. Daniel Goleman
Para ser un líder de coaching o entrenador, es indispensable saber identificar las fortalezas y las debilidades de tu empresa; además de aprender a trabajarlas para mejorar como proyecto. Es decir, este líder busca satisfacer las necesidades de la empresa.
De esta forma, va a priorizar el feedback y el apoyo de su equipo. La confianza, la creatividad, la colaboración y la autonomía también van a ser muy representativas en este modelo de liderazgo.
7. Modelo de liderazgo democrático
El líder democrático o participativo se caracteriza por priorizar la colaboración mutua, la comunicación interna, así como el trabajo en equipo. El diálogo es muy importante y para la toma de decisiones se tiene en cuenta la voz de los distintos miembros del equipo.
Si hago un símil con la política, el líder sería el cargo político y los trabajadores, sus asesores personales.
Las ventajas de este modelo son muchas: la motivación y el interés se incrementan, los trabajadores se sienten valorados, se crea un compromiso con la organización y la positividad impregna el clima laboral.
La contra es que se pueden generar desavenencias entre los distintos integrantes.
8. Modelo de liderazgo directivo
Este tipo de liderazgo es idóneo para personas trabajadoras con poca experiencia. Y es que una de las características principales de este líder es informar. Explicar de una forma detallada, clara y sencilla los objetivos a realizar. Y asignar las tareas correspondientes a cada uno del equipo de trabajo.
El líder guía a su equipo con autoridad y los empleados y empleadas realizan lo que se les manda. Esta clase de liderazgo es útil en situaciones de emergencia, donde la toma de decisiones debe ser rápida. Un abuso del mismo puede provocar falta de compromiso por la organización.
9. Modelo de liderazgo capacitador
Por otro lado, este tipo de líder asume el rol de formador. Sobre todo, se da en casos donde esa persona cuenta con una dilatada experiencia y la comparte con el resto de su equipo.
Propiciar el talento, a través del aprendizaje. Ese es su cometido. Para ello, propone una serie de retos y responsabilidades a los diferentes miembros.
10. Modelo de liderazgo afiliativo
Finalmente, el liderazgo afiliativo es el que busca crear vínculos emocionales con las diferentes personas de la organización. Las relaciones interpersonales van a ser de gran importancia; por lo que la empatía, la comunicación o el trato de tú a tú son muy importantes.
Gracias a este tipo de modelo de liderazgo nace un clima laboral colaborativo y positivo. Por ello, este líder se recomienda en la creación de nuevos proyectos o departamentos.
No obstante, anteponer las buenas relaciones con el equipo a los objetivos empresariales no es beneficioso para la entidad. Ese es el límite que debe jugar este tipo de liderazgo.
¿Cuál es el mejor tipo de liderazgo en una empresa? Yo apuesto por el liderazgo situacional
Como te decíamos al principio, no hay mejores modelos de liderazgo que otros; sino que hay modelos que funcionan bien con determinados líderes. ¿En mi caso? Yo creo en el liderazgo situacional.
Es decir, adaptar la forma en la que hago las cosas en cada fase y situación de la empresa, según se requiera.
No es lo mismo un proyecto que acaba de nacer, que aquel que lleva 10 años a flote. Ni tampoco es lo mismo trabajar en una época de bonanza económica, que en una crisis. Al final, es aplicar el sentido común y poner en práctica la resiliencia.
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